Rusia, a principios del siglo XX, era un imperio con un enorme extensión territorial aunque con una estructura social y política muy abrasada.
El Zar Nicolás II era el emperador de 125 millones de habitantes, que estaban dominados por la minoría privilegiada de nobles y cleros.
En 1914, el régimen zarista decidió entrar en la Primera Guerra Mundial.
En 1917, el balance de la guerra y muchos soldados, desmoralizados por la ineptitud y corrupción de sus mandos, estaban dispuestos a deserta.
A mediados de febrero de 1917, las huelgas y manifestaciones populares se multiplicaron en las grandes ciudades industriales, sobre todo en San Petersburgo. El 27 los soldados de San Pertersburgo se unieron a los manifestantes, desobedecieron las órdenes del Zar, este, sin apoyos tuvo que abdicar.
La mayoría de los partidos políticos, tanto burgueses como socialistas (social-revolucionarios y socialistas moderados o mencheviques), apoyaron al gobierno provisional. En cambio, los socialistas más radicales, los bolcheviques, eran hostiles.
Los soviets empezaron a tomar sus decisiones por su parte, sin hacer caso a las órdenes del gobierno provisional. Surgió el llamado doble poder: por un lado, el gobierno burgués; por otro lado, el poder popular.
El 25 de octubre de 1917, los bolcheviques asaltaron al Palacio de Invierno de San Petersburgo, lugar donde estaba reunido el gobierno provisional.
Al día siguiente, Lenin se presentó como un triunfador en el congreso de todos los soviets de Rusia.
Sus primeras medidas fueron:
1ª Decreto sobre la Paz.
2ª Decreto sobre la Tierra.
3ª Decreto sobre la banca.
4ª Decreto sobre las fábricas.
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